¿Cuán importante es la actividad física para la vida de las personas? A diario se suman nuevas evidencias que dan respuesta a esta pregunta y refuerzan la importancia de la práctica de actividad física. Los beneficios de una vida activa van desde la mejora de la salud cardiovascular a la mejora de la salud emocional (Agarwal, 2012; Stathopoulou, Powers, Berry, Smits, & Otto, 2006). Uno de los beneficios que más interés está despertando últimamente dentro de la comunidad científica es la implicación que tiene el ejercicio con la mejora de los procesos cerebrales.
Se sabe que el ejercicio físico regular, especialmente el ejercicio aeróbico de intensidad moderada a alta, tiene la propiedad de incrementar la capacidad cognitiva de los humanos a través de una mejora de las estructuras cerebrales, tanto en ancianos como en adultos y niños (Guiney & Machado, 2013). En niños, quienes están inmersos en un proceso constante de aprendizaje y de exigencia cognitiva, se ha visto como aquellos que presentaban un nivel de condición física más elevado tenían una mayor velocidad de transmisión de impulsos a través del cerebro y, a su vez, una mayor capacidad cognitiva asociada a un mayor rendimiento académico (Scudder et al., 2014).
Aun así, no solo la práctica de ejercicio físico regular tiene el potencial para mejorar la capacidad cognitiva de los individuos. En los últimos años, también se ha puesto de manifiesto como una sola sesión de ejercicio físico aeróbico de intensidad moderada puede contribuir a una mejora del rendimiento cognitivo (Chang & Etnier, 2009). Más allá de la mejora en la capacidad cognitiva, se ha visto como el ejercicio aeróbico posee la propiedad de potenciar la capacidad de aprendizaje y formación de la memoria a largo plazo cuando la intensidad de ejercicio es suficientemente alta. En un reciente estudio, Winter et al (2007) comprobaron cómo los participantes que habían llevado a cabo una sesión de ejercicio físico intenso previo a la práctica en una tarea de aprendizaje de vocabulario, mejoraron la velocidad de adquisición de esta en un 20%. Así mismo, estos participantes retuvieron un mayor número de palabras aprendidas 7 días más tarde. De este modo, el ejercicio influye positivamente tanto en el procesamiento de la información como en la formación de la memoria a largo plazo.
Estudios más recientes, han visto como estos procesos no solo ocurren en el caso de tareas cognitivas simples, sino también en aquellas en que interviene una respuesta motora. Roig et al (2012) vieron como una sesión de ejercicio de elevada intensidad repercutía positivamente en la ejecución de una habilidad perceptivo-motriz 24 horas y 7 días tras haberla practicado por primera vez. Parece ser que estos beneficios derivados del ejercicio son producidos por un incremento en la secreción de neurotransmisores y sustancias neurotróficas, que contribuirían a la formación de nuevas sinapsis y al fenómeno llamado potenciación a largo plazo (Skriver et al., 2014).
Estos avances relacionados con el campo del aprendizaje cognitivo y motor pueden tener una gran importancia a la hora de facilitar el desarrollo infantil. Lejos de lo que parece ser la tendencia actual, creemos que incrementar el volumen de práctica de la actividad física en los colegios, tanto a través de las clases de educación física como a partir del fomento del juego esporádico y la práctica deportiva, podría suponer una mejora substancial en la formación y desarrollo íntegro de los niños. Más allá de esta función educacional, el ejercicio físico también podría tener un importante papel como facilitador en los procesos de tratamiento en casos de personas con dificultades en su desarrollo o control motor, ya sean niños, adultos o ancianos. En conclusión, el ejercicio puede aportar beneficios palpables en relación al aprendizaje y desarrollo de los individuos. Por eso, se debe fomentar, desde la infancia hasta la vejez, un estilo de vida activo y saludable.
Referencias:
- Agarwal, S. K. (2012). Cardiovascular benefits of exercise. International Journal of General Medicine, 5, 541–545. doi:10.2147/IJGM.S30113
- Chang, Y.-K., & Etnier, J. L. (2009). Effects of an acute bout of localized resistance exercise on cognitive performance in middle-aged adults: A randomized controlled trial study. Psychology of Sport and Exercise, 10(1), 19–24. doi:10.1016/j.psychsport.2008.05.004
- Guiney, H., & Machado, L. (2013). Benefits of regular aerobic exercise for executive functioning in healthy populations. Psychonomic Bulletin & Review, 20, 73–86. doi:10.3758/s13423-012-0345-4
- Scudder, M. R., Federmeier, K. D., Raine, L. B., Direito, A., Boyd, J. K., & Hillman, C. H. (2014). The association between aerobic fitness and language processing in children: Implications for academic achievement. Brain and Cognition, 87(1), 140–152. doi:10.1016/j.bandc.2014.03.016
- Skriver, K., Roig, M., Lundbye-Jensen, J., Pingel, J., Helge, J. W., Kiens, B., & Nielsen, J. B. (2014). Acute exercise improves motor memory: Exploring potential biomarkers. Neurobiology of Learning and Memory, 116, 46–58. doi:10.1016/j.nlm.2014.08.004
- Stathopoulou, G., Powers, M. B., Berry, a, Smits, J., & Otto, M. W. (2006). Exercise interventions for mental health: A quantitative and qualitative review. Clinical Psychology- Science and Practice, 13(2), 179–193. doi:10.1111/j.1468-2850.2006.00021.x